viernes, 1 de abril de 2011

El acto de optar no confiere control alguno sobre las posibles consecuencias del acto mismo, sino que estas se enmarcan en un ámbito de incertidumbre variable, cuya variabilidad es relativa a la comprensión de los fenómenos que generan el acto y que de este se desprenden.



El conocimiento y el poder humano son sinónimos, puesto que La ignorancia de la causa frustra el efecto.

Francis Bacon

El Hombre–especie- no actúa ni programa actuaciones sobre la base de la certeza, sino de las probabilidades de ocurrencia de los fenómenos o sucesos que pretende desencadenar con sus actuaciones. Mientras mayor conocimiento tiene de las probabilidades de estas ocurrencias, menor será el nivel de incertidumbre.

Volvamos a nuestro Hombre–especie- al borde del desfiladero. Conoce lo que debe hacer para generar el fenómeno, y esto es colocarse al borde de un desfiladero y saltar; conoce las posibles consecuencias de esta acción (la muerte, lesiones graves o no tan graves, salir ileso, etc.); y sabe que las probabilidades de morir están en función de la altura, solidez y estructura del suelo al fondo del desfiladero, entre otros factores. Así escoge el lugar que considera más adecuado, dado lo que conoce, y se lanza al vacío esperando morir.

En este caso, el nivel de conocimiento de las probabilidades de ocurrencia del fenómeno esperado es alto y, por lo tanto, el nivel de incertidumbre sobre los resultados a obtener es bajo. A pesar de ello, no existe certeza alguna de las consecuencias debido a la diversidad de posibles resultados.