domingo, 12 de febrero de 2012

Dado que los gustos y preferencias no son determinados por el individuo humano, sino que estos se presentan como consustanciales a su propia naturaleza de ser, se consideran factores externos a la voluntad del Hombre –especie-

Fuente: www.marketingvinicola.blogspot.com/

Cada loco con su tema, que contra gustos no hay ni puede haber disputas...
Joan Manuel Serrat


Los gustos y preferencias de los individuos humanos se forman sobre la base de factores biológicos y culturales complejos que escapan a la determinación misma del individuo. Estos factores operan con absoluta independencia de la Voluntad, sin que podamos más que sospechar de los mecanismos sobre los que se fundan. No podemos determinar con certeza el por qué nos gusta una cosa y otra no; por qué nos inclinamos más hacia la izquierda o hacia la derecha; por qué preferimos un color sobre otro; por qué nos gusta más un sabor o un olor que otro.

La reflexión sobre estas cuestiones puede llevarnos a una mayor comprensión de nosotros mismos, pero no a un mayor control de los factores envueltos. Por ejemplo, podemos saber que preferimos más a menos de un bien, y menos a más de un mal, pero eso no nos da control sobre nuestras apreciaciones de bien y de mal.

¿Qué es un bien o un mal?

Aun cuando la respuesta a esta pregunta parezca sencilla, la manera en que establecemos lo bueno o lo malo escapa a nuestra Voluntad. Se llega a estas apreciaciones a través de la culturización, pero también por factores de índole biológico. De hecho, el mismo proceso de culturización está imbuido en gran proporción por este factor biológico, que se expresa a manera de hábitos y costumbres generados por el afán de adaptación de grupos determinados de hombres y mujeres a medio ambientes determinados.

La misma concepción del bien y el mal no escapa a la biología del Hombre –especie-. Es frecuente que lo más bueno sea lo más favorable a la supervivencia y la reproducción, y lo más malo todo lo opuesto. Y dado que el conocimiento de lo favorable o perjudicial no se adquiere de manera automática o a manera de ciencia infusa, sino que varía en la misma proporción en que varía nuestra comprensión del entorno circundante, no ha de sorprendernos que la apreciación de lo que es un bien o un mal varíe con respecto al tiempo y al mundo cultural que cohabitamos, y de un individuo a otro.